domingo, mayo 21, 2006

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Otra vez todo gira alrededor tuyo, palmerita mía. Me gustarìa llamarte por tu nombre glamouroso, pero entiende bien, procedo así por protección. No se a qué exactamente, sólo sé que debo hacerlo así.
Le contaba mi niña interna a la libreta provisional de los jueves que estuvo siguiendo el consejo del tío Federico, y se hizo diosa, leona... y ahora niña... lo cual es chistoso en estos momentos, pues, hurgando referencias del pasado, para construir un presente que me ayude a definir un futuro - con esto quiero decir que me puse a buscar dibujos viejos de la Kaiser Blade para poder hacer la segunda ilustración de una animación que estoy ideando para sellar de una vez por todas mi mente- me encontré con antiguos escritos de una historia que me marcó en una etapa de mi vida, y que ya había olvidado. Escritos donde fuí princesa y fuí leona. Escritos que no escribí yo. Tan así llegaron a quererme alguna vez. Tan así me quieren ahora, todavía... aunque no son poetas, como antes, ni lo demuestran abiertamente, como en ese entonces.
Me asaltó la idea, no lo voy a negar, de por qué te tengo aprecio a tí, cuando hay tanta gente allá afuera que quizá lo merezca más. De repente me gusta imaginar que tu también me aprecias, pero no lo demuestras porque me tienes miedo, tu mismo me dijiste esto último, y sí, es comprensible: yo también te tengo miedo.
Le decía mi niña interna a la libreta temporal de los jueves, como íbamos diciendo, que quería darte las gracias por el esfuerzo que hiciste, no solo al intentar enseñarnos algo nuevo (a nadar, a dejarnos llevar, a enterrar la mente y confiar en el instinto), que sabemos no lo conseguiste porque no nos dejamos, y eso te decepcionó... lo noté cuando casi me dueles de nuevo al adentrarte en el agua diciendo por sobre tu hombro "Ok, regresa a tu 'lugar seguro'", que no se si sepas, pero eso del "lugar seguro" ha sido una piedra en el zapato desde hace mucho y no es un tema fácil de abordar para mí. Tuve que irme lejos para tirar mi malvibrosidad en algun lado donde no les estorbara, y descubrí en el trayecto, al ritmo del "once upon a time...", que todavía hay cangrejos muy a la orilla en esa playa.

Ahora llego al punto en el que no sé cuál era el punto de escribir en este espacio. Mi necesidad saciada de sacar lo que tenía por dentro me dice que es suficiente y que pare de tipear. No saqué todo lo que tengo adentro, creo que nunca lo voy a hacer... he aprendido que es más fácil llevar la vida propia si uno se guarda las cosas y maneja sus memorias a su antojo, por lo que quizá lo que sienta hoy, no existirá mañana, y tampoco habrá vestigio en la memoria de que alguna vez existió... quedará en su lugar el recuerdo que nuestra mente arme con los retazos de información que queden dispersos, que no será recuerdo del todo, sino una explicación plausible de los acontecimientos que, dicho sea de paso, uno puede moldear a voluntad. Asunto de superviviencia. No estoy segura de qué es lo que quiero que seas. Podrías ser el príncipe índigo que destronó al arquitecto perfecto que se asentó para siempre como Emperador del pasado, soberano de mis estados anímicos. O podrías ser nada. Todo depende de los vestigios que deje para que la memoria haga sus restauraciones en el futuro. Quizá te permita escoger qué es lo que quieres ser, estoy de modo. Quizá no esté de modo más adelante. Quizá en tu ausencia vengan terceros y me jalen las retinas. Quizá te las jalen a tí por tierras germanas, para que cuando regreses este asunto te interese una bicoca... si es que no te interesa una bicoca ya, aunque no lo creo. No aún.