CARTA A UNA ESFINGE
Tal vez sea depresión, es lo que dicen las revistas. No es que respete mucho las revistas realmente, las pocas que he llegado a respetar han hecho un gran esfuerzo por tirar mi respeto a la cañería. De momento le estoy dando chance a Entrepreneur, pues mi tío tercero me dejó una uña postiza clavada en el cerebro, de ésas que tanto están de moda, adornada con perlas y diamantes de fantasía y esas letras que dicen "vende acciones en corto a 50 dólares y cómpralas de vuelta en 40 cuando se caiga el mercado". Mi tío tercero dice muchas cosas que no entiendo. Estoy en eso.
Subí los últimos tres escalones aquél día. No le presté atención a tus huestes. Pocos lo hacían. El spotlight estaba sobre tí. Mis acompañantes me precedían, y aunque fuimos todos de misma factura hechos, fui yo quien obtuvo tu atención. Al cuarto paso me tomaste por las saudades y me les quitaste la nostalgia. Fuí niña en Navidad. Fuí la sonrisa del primer cachorrito. Fuí la emoción del primer beso. Fuí la danza en la sala de la primera llamada romántica de larga distancia. Una sonrisa enorme, de las más grandes que han abarcado mi cara, hizo su trabajo de planta y duró, lo que nunca, jornada completa. Cada que uno sostiene una sonrisa de tales magnitudes, el rostro protesta. Toma la foto ya, que se me están cansando las mejillas. Pero no esa vez. La sonrisa era grande y ligera. Era genuina. Me miraste a los ojos y convertiste mi voz en azul piedra. Creo yo que vienes del espacio exterior. No es fácil convertir la voz en piedra. Sabes, además, demasiado de este planeta como para ser alguien que lo ve de tan cerca. Tienes por fuerza que tener una perspectiva panorámica que sólo se alcanzaría desde Marte.
Aquél dia me dijeron que era una fanática. No los culpo. No es que tengan razón tampoco, simple y sencillamente les tocó oler la parte de mí sabor amarillo neón. Les dije eso. Ahí dispénsenme el arranque pubertoide, pero es que tenía mucho con atole en las venas, ¿saben? Cuando uno se lo saca, aunque sea de vez en vez, pues... se siente uno bien, siente uno que fluye... sobre todo si lleva uno lustros de pasividad anímica. No son mejores que yo, o que la gente amarilla con la que me confunden. Son sólo estados anímicos y nadamás. A ver qué me contestan.
Por mi lado, intentaré descifrar el último acertijo que, creo, nadie ha resuelto. O tal vez pocos muy discretos. Mi teoría es que es un número de nueve cifras. Como sea, tal vez ya haya caducado. Voy a recoger todos los que pueda y así sembrar mi propio campo de letrería danzante, a ver qué direcciones nos trae a fruto. what may I do to really be Ume!
TUN TUN TUN TUNNN, TUN TUNNN, TUN TUN
CAN'T-TOUCH-THIS!!
No están todos los que son, pero son todos los que están.
WOW
Quiero aprender a hacer eso!!!
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