Avatar: taking the red pill.

Todo mundo empieza a hablar de Avatar. Todo mundo andará diciendo masomenos lo mismo. Como será el Titanic de la nueva era y tú un subnormal si no la ves, hablemos de lo que nos lega indirectamente.


Levante la mano quien conozca algún geek, desde la versión hardcore que juega magic, o dungeons and dragons, hasta el Geek semicool que no sale del Call of Duty. Es una especie que resiste la hambruna y la sequía frente a un juego y es capaz de los mayores sacrificios con tal de salvar a su personaje de los Sims.
Es una extensión de su vida misma.
Es su vida misma... pero en otro universo, en otro cuerpo.


Avatar sigue este principio: es la historia de un wey con una vida parcialmente jodida, grisácea, equis... a quien conectan a otro cuerpo y mandan a otro universo. Sucede que ese otro universo y ese otro cuerpo están mucho más chingones que su supervida sobre ruedas - silla de ruedas - y manda al carajo su realidad para adoptar esta nueva y pimpeada vida de alienigena azulito con pecas iridiscentes.

"Qué fuerte!" me decía Abuela mientras me daba ride a mi casa anoche, y yo le contaba algo que igual se leerá fuerte y triste:

Sabes? Tiendo a dormir pocas horas porque soy más productiva cuando duermo pocas horas. La razón detrás es que, cuando sólo completo un ciclo de sueño, mi cuerpo se recupera... y nadamás. Cuando completo dos, comienzo a soñar... y generalmente mis sueños son increíbles. Odio despertar y darme cuenta que sólo fué un sueño, que mi realidad es ésta... y tanto me molesta mi realidad que la frustración se me queda ahí atorada por horas y horas"

Tal vez leas el párrafo de arriba y pienses "pobrecilla, su vida es parcialmente jodida, grisácea, equis... por eso prefiere estar dormida".

Y pues vaya, así es. Al lado de lo que sueño, cualquier tono de vida palidece. El mío, el tuyo, el de cualquier persona. No puedo cambiar de forma a voluntad. No puedo salir volando a visitar castillos en el cielo. No puedo regresar el tiempo a cuando era niña con un aparato electrónico, ni puedo pasear a Matt Bellamy a través de un cementerio de robots steampunk... tampoco tengo un león rojo de mascota, del tamaño de un caballo, al cual le tengo que decir amorosamente que, mira... ves esa pequeña criaturita que va allá, es un ser humano de dos años y NO SE COME!

La ventaja del mundo onírico es que la experiencia es prácticamente real.
La ventaja del geek-friki promedio, es que es capaz de clavarse en algo irreal de modo que puede aislar por completo esa irrealidad.
Yo llegué a poseer esa capacidad en el pasado. Ya no la tengo... y la extraño.

Así que, amigo internauta... la siguiente vez que te entren ganas de bullear a un geek (como todos
hemos hecho en algún punto), recuerda que él tiene la capacidad de entrar a mundos mejores... y tu no.
Algunos de ellos han sido capaces de recrearlos y compartirlos...

...como todos aquéllos que ahora nos comparten Avatar.